domingo, 27 de diciembre de 2009

Christmas is all around us....

¡¡¡Feliz Navidad!!!

Espero que todos estéis disfrutando de las fiestas como es debido, pues dejando a un lado compromisos, resacas del día después, compras de última hora y estrés con la preparación de las fiestas; la Navidad se reduce a una época del año en la que disfrutas de tus seres queridos, celebrando el fin de un año y la ilusión por uno nuevo.

Y seamos sinceros, al final todos picamos con las películas alegres y acordes a esta época del año: "Love Actually", "Solo en casa", "La vida es bella", "La gran familia" o, una de mis favoritas, "Vacaciones".

La película trata sobre dos mujeres que, necesitadas de un cambio de aires, intercambian sus casas durante las vacaciones de Navidad. Así, Amanda (Cameron Diaz) viaja hasta Inglaterra a la pequeña y acogedora casita de Iris (Kate Winslet), mientras que ésta disfruta de la enorme mansión hollywoodiense de Amanda en Los Ángeles. Y, como es de esperar en cualquier comedia romántica, ambas encuentran el amor: Amanda en el apuesto hermano de Iris, Graham (Jude Law); e Iris en el simpático compañero de trabajo de ésta (Jack Black).
En definitiva, es una película perfecta para pasar un buen rato en casa; los diálogos son divertidos y las actuaciones más que aceptables. Y un plus: los looks de las protagonistas. Tonos claros y líneas sencillas, con maquillajes naturales y luminosos. ¿El resultado? Muy elegante y favorecedor, una inspiración perfecta para las que busquen ir espléndidas en las fiestas sin renunciar a la comodidad.



martes, 8 de diciembre de 2009

Algo de inspiración para la vuelta

¡Vamos avanzando! Tengo internet y acceso a mis archivos antiguos, de entre los cuales os recopilo algo de inspiración para los próximos días.
Faldas largas: compré el otro día una falda-pantalón vintage por el tobillo, y llevo mi tiempo buscando posibles formas de combinarlo. Y creedme, las faldas largas son más versátiles de lo que parecen. Con cazadora de cuero le damos un toque moderno, con americana se acerca más al bohemian-chic. A mí me encantan también con camisas amplias por dentro ajustadas con un cinturón finito al talle.

Capas: o abrigos desestructurados. Como aportan bastante volumen, suelen quedar mejor sobre faldas o vestidos antes que sobre pantalones (si acaso pitillos). Para quitarles seriedad es buena idea añadir gorros, prendas de punto o estampados a rayas. Si son de colores sobrios, como negro, gris o azul marino, quedan muy elegantes en total look.





Vestidos floreados: porque sí, la flores también valen para el invierno. El truco está en añadir capas y más capas. Si nos decantamos por muchas superposiciones, hay que seguir la gama cromática del vestido para no recargar, pero si optamos por algo más minimalista, es buena idea buscar contrastes con medias o abrigos de color. Los zapatos Oxford combinan muy bien con este tipo de looks, a mi gusto mejor que las clásicas botas camperas, que dan un aire demasiado folklórico.





Inspiración lencera: es mucho más fácil adpatar los vestidos lenceros en invierno que en verano, pues las posibilidades con los accesorios y las superposiciones son infinitas. Para evitar que parezca que salimos de casa con el camisón, basta con contrastarlos con tejidos más naturales y abrigaditos, como la lana, el tweed o el denim. Para no pasar frío en las piernas podemos añadir medias estampadas, a rayas, con topitos, o de encaje. Si buscamos un estilo lady-grunge, van perfectos con botas Doctor Martin y cazadora de cuero. Mientras que a las bohemias les encantarán con zapatos Oxford desgastados, collares largos o fulares y bolso bandolera de cuero. Y si queremos explotar la vertiente más sexy y glamourosa hay que combinarlos con tejidos nobles en tonos oscuros, como un mantón de terciopelo, lazo de raso a modo de cinturón, un chal o una chaqueta en encaje... Una larga lista de posibilidades para una tendencia que en principio parece un poco imposible.



Fotos: Style, Me paso el día comprando, The snail and the cyclops, The Sartorialist.

jueves, 5 de noviembre de 2009

El bolso omnipresente

Cuando hace dos años llevé a la graduación mi pseudo-Chanel 2.55, hubo chicas que se burlaron de su estilo anticuado, otras muchas me dijeron que su madre tenía uno muy parecido y sólo una me dijo que era precioso. Para gustos los colores, eso es lo de siempre, pero aunque era de esperar que pronto llegara a las calles por las múltiples versiones que se habían visto en varias pasarelas (y no sólo en Chanel), no me imaginaba ni de lejos la obsesión actual. Porque sí, comprobado que es una fiebre.
Resulta que el famoso bolso con 30 años de antigüedad, con la piel desgastadita como a mí me gusta, tuvo un desgraciado final: me atracaron a la salida de una discoteca y se lo llevaron con todo su contenido (la anécdota en sí y su posterior denuncia a la policía dan para un post bastante interesante). Sabía que no me costaría encontrar uno parecido y que en el fondo estaba ya destrozado, pero le tenía mucho cariño. El caso es que unas semanas después me acerqué al centro comercial de mi zona a ver qué encontraba. Iba con las ideas muy claras: bolsos con cadena negro de piel acolchada. ¡Y madre mía que si encontré! Que sí, que sabía que se llevaban, pero es que en Zara no había un solo bolso de asa larga que no estuviese inspirado en el 2.55, ya fuese por la piel acolchada, el cierre, la forma o la cadena. Y en Massimo Dutti, y en Mango, y en Accesorize... Y te das una vuelta por marcas más exquisitas y más de lo mismo (especial atención al de Sonia Rykiel ¡me tiene enamorada!).

De Zara, en piel sintética metalizada.

De Sonia Rykiel, en ante y con cierre joya.


Varios metalizados, de Carolina Herrera.


Al final, entre las muchas opciones elegí uno de Zara sencillo, que puediese usar a diario y, lo más tractivo, en piel y por tan sólo 20€. El problema era que era tan sencillo que rozaba la sosería y tenía unas cintas a modo de cierre que no me gustaban nada (odio el estilo étnico-folklórico, a pesar de que pueda parecer lo contrario por el título del blog, que ya sabéis que tiene otra historia). Al final las corté y puse en su lugar unos botones comprados en Pontejos (que por cierto una visita me vino genial para inspirar mi vena diseñadora). He aquí el resultado (sé que no se ve con gran intensidad, ya sabéis que yo no he nacido para fotógrafa).


Pero lo que convierte en especial la influencia del 2.55, es su presencia no sólo en bolsos, sino en múltiples accesorios y prendas de ropa. Vi una chaqueta cuya marca no recerdo con la famosa cadenita en las solapas, y aplicada también a una diadema de Oysho (preciosa para las que os queden bien, que no es mi caso) y a un cinturón de Pull and Bear al que no pude resistirme.


Y llevaba yo un tiempo dándole vueltas a cómo adaptar el vestido de la graduación de mi hermana a un look un poco más fiestero, cuando estos dos accesorios casi corren hacia él. Añadid al conjunto unas medias negras, moño sencillo, y abrigo largo rojo. ¡Me encanta!

Vestido/Dress: H&M. Botines/ankle boots: Zara (antiguos/old)). Bolso/bag: Zara (adaptado/DIY). Cinturón/belt: Pull and Bear

En defintiva, que sé que la moda es así, que cuando una tendencia pisa fuerte está por todas partes y que puede irse tan pronto como vino, pero aun así me hizo gracia "el ataque de los Chanel 2.55". Y bueno, llevo usando ya mi tiempo el famoso bolso de mi madre que no quiero ni pensar en dónde ha acabado, y tengo intención de darle un buen y larguísimo uso a su heredero.

sábado, 3 de octubre de 2009

Las peor vestidas de los premios Emmy 2009

Sé que prometí este post para mucho antes, pero me surgió un viajecillo improvisado de fin de vacaciones para buscar fósiles. Aunque no tenía más historias planificadas en lo que me quedaba de mes, esta me interesó gratamente, y desde luego no me arrepentí de ir. Para el que no lo haya hecho nunca diré que consiste en pasarte unas 5 horas diarias picando piedras y desenterrando otras nuevas, cuanto más grandes mejor. ¿El resultado? Acabas hecho un Cristo, necesitando una manicura de urgencia, con las manos llenas de pequeños cortes y lo más seguro algún que otro dedo chafado. Pero cuando encuentras un bicho que ha estado esperándote miles de años para que te lo lleves a casa enterito y perfectamente conservado, la ilusión que te viene al cuerpo merece la pena.
En fin, es raro que una (futura) geóloga esté interesada en la moda (deberíais ver cómo la miran a una en la facultad cuando va un poco bien vestida), pero bueno, soy una persona polifacética y este blog se dedica a lo que se dedica. Así que, sin más preámbulos ni retrasos, he aquí la lista de las peor vestidas de los Emmy 2009:



Quizás mejor empiezo por las que ni fu ni fa, las que por mucho que mire no me dicen nada, como Leighton Meester. El vestido no es del todo horrible, y la combinación del rojo de los labios con el bolso me gusta, pero la veo sosa. El atuendo tiene demasiado volumen y me da la sensación de ser una sábana llevada sin gracia. No hace daño a la vista, pero... ¡B, puedes hacerlo mucho mejor!

Original es y puedo decir que bastante acorde con el estilo trendy de Chloe Sevigny. Pero el estampado de lunares no me parece adecuado para la alfombra roja. Quizás si le diese más elegancia con un peinado un poco menos informal...


Me es igual que el vestido de Debra Messing sea de Marc Jacobs, con tanta pedrería me recuerda a la horripilante "sección fiesta" de El Corte Inglés. Para hacer de azafata en el Grand Prix sí, para los Emmy no.

Nos quedó claro que Blake Lively tiene un cuerpo escultural, pero la forma en que este vestido de Versace lo enseña roza la vulgaridad. Cierto es que yo soy un poco monja para estas cosas, pero es que el escote de vértigo por delante y por detrás y la abertura hasta la cadera me parecen exagerados. Y si lo rematamos con el hombro de lentejuelas y la trenza a lo Tomb Raider pues ya sí que no.

Me pregunto cuál será el nombre técnico de la "tela" del vestido de Angela Kinsey. No es por tener mala leche pero, sinceridad arriba, me recuerda al envoltorio de los salchichones y demás embutidos patrios.

Todo el mundo afirma que el embarazo es una de las etapas más bellas en la vida de una mujer, y comprendo y respeto el orgullo de enseñar barriguita, pero... ¿¿¿tanto??? De verdad, ¿soy la única que piensa que el efecto conseguido por Heidi Klum es demasiado drástico? Aparte de que espero que el vestido sea bastante elástico, porque no creo que sea sano tener al niño ahí embutido tanto tiempo.

Al ver la primera foto de Melora Hardin pensé que justo en ese momento le abría dado una ráfaga de viento a lo Marilyn en "La tentación vive arriba", pero luego pude comprobar que no, que el vestido viene así de fábrica. Y fijaos que quitando seis o siete capas el vestido quedaría mono, con el tono limón y el encaje negro...

El look de Nancy O'dell era tan horripilante que estuve apunto de no subirlo por obviedad. Es que joder, ¿¿¿a quién se le ocurre???

No sé qué se fumó Phoebe Price cuando decidió ponerse esa cosa, pero mejor que no intente pasarlo por la aduana. El caso es que al vestido le veo posibilidades para un musical a lo Tim Burton...

A ver, es obvio que el objetivo de Victoria Rowell no era aparecer bella y divina, sino mostrar sus fervientes ideas políticas. En parte hasta la admiro por ello, pero sigo sin encontrarle mucho sentido a su atuendo... Eso sí, si existe en versión masculina, apuesto lo que queráis a que este año José Corbacho lo lleva a los Goya.

¿Pensáis que alguien debe ser añadido o suprimido? ¿Cuál es para vosotros/as la mayor aberración estilística? ¿O quizás pensáis que todo es una cuestión de estilo propio y originalidad? Dejadme vuestras opiniones.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Las mejores vestidas de los Premios Emmy 2009

Los "Oscar de la televisión" se entregaron el pasado 21 de septiembre en el Nokia Theatre de Los Angeles, California. Y, por tanto, fue la ocasión perfecta para que varias caras conocidas de la televisión estadounidense circularan de nuevo por la alfombra roja con sus mejores galas, mientras nosotros esperábamos ansiosos a relamernos con las críticas. Yo siempre me quedo con ganas de expresar las mías a los cuatro vientos, pero nunca llego a tiempo, y cuando me decido los vestidos en cuesión están ya tan comentados que pierde toda la gracia. Sin embargo, la 61ª edición de los Emmy aún está bastante fresca, por lo que he aquí mi lista de los mejores y peores vestidos, propia y totalmente discutible (y dividida en dos posts porque la asistencia este año ha sido alta y hay mucho que comentar):


Aunque el floripondio del hombro no acaba de entusiasmarme, el vestido de Jennifer Carpenter me ha llamado la atención desde el principio por su combinación negro-nude y, sobre todo, por la curvilínea y extremadamente femenina figura que logra. Olé.

Mila Kunis nos brinda un ejemplo de cómo llevar un largo diferente sin perder un ápice de elegancia. El color le sienta de maravilla y los complementos, el peinado, y el maquillaje logran un acabado perfecto.



Quién diría que esta es la misma Drew Barrymore que hace unos año iba hecha un cromo a todos los eventos con unos estilismos grunge imposibles que hacían daño a la vista. Claro que a todos nos pueden cambiar los gustos de un extremo a otro. Ahora ella suele optar por vestidos en tonos pastel estilo "cuento de hadas" que, aunque como éste pueden rozar el extremo de lo cursi para muchos, la hacen brillar como nunca.


Por regla general los vestidos amarillos me dan urticaria, no por el mito de que dan mala suerte, si no porque me resulta un color demasiado chillón que no favorece demasiado. Pero el tono limón del vestido de Jennifer Love Hewitt se salta mis prejuicios. Sencillamente adorable.

Sandra Oh se coloca también en los puestos más altos, por saber llevar un vestido de pedrería de forma natural y elegante.



Si hay una idea clave que perseguir si quieres triunfar en un evento, es la sencillez. En vez de complicarse la vida con estilismos explosivos y artificiales, mejor hacer como Cat Deeley y optar por un vestido clásico que resalte la belleza natural. Es la mejor forma de brillar con luz propia.

Hay gente a la que no le va lo de ir de mesa camilla y opta por diseños que destaquen bien la barriguita del embarazo (mañana veremos un claro ejemplo), pero a mí me llega a resultar un tanto extraña la figura desproporcionada que se consigue, por lo que doy mi voto al look de Kourtney Kardashian: potencia un pecho que vive su mejor época y evita parecer un merengue con un color oscuro que además destaca el brillo de su melena.



Vale, sé que esta última aportacióna a la lista deja clara mi excesiva preferencia por los tonos nude, pero es que no puedo resistirme a la luz que consiguen. La opción de Rose Byrne al principio me pareció de un vuelo excesivo, pero me encanta como lo combina con la cartera en tono oscuro y el cabello miel totalmente liso (por cierto una forma espléndida de evitar un resultado demasiado edulcorado).


Y para finalizar un pequeño caso aparte: Olivia Wilde.


Al principio pensé que era la columna vertebral de la actriz, ¡pero no! Es la cremallera del vestido. A ver, vale que se trata de un escote un tanto rebuscado y que había que sujetarlo de alguna forma, pero no me creo que a los diseñadores de Marchesa no se les ocurriese otra forma un poco menos cantosa. ¡Al menos ponla en un lateral! En cualquier caso, admito que el diseño con aires vintage es precioso, que el maquillaje y el peinado lo aderezan de la mejor forma posible y ¡que le sienta de fábula! Así que paso por alto el detalle práctico de la cremallera y le doy el primer puesto.

Y si queréis ver a las peores vestidas y a las que se quedan a medio camino pasaos por aquí mañana a degustar el segundo post.

sábado, 29 de agosto de 2009

A veces se agradece la sencillez

Tengo debilidad por todo aquello que tenga una inspiración romántica, vintage, barroca,etc. Hasta tocar de vez en ocasiones el extremo de la cusilería o la extravagancia. Pero de vez en cuando apetece depurarse un poco. Igual que siento fascinación por la originalidad y los ecos de épocas en las que recargarse era sinónimo de grandeza, también admiro a la gente que va por la calle con una sencilla blusa y unos pantalones de buen corte, y los luce con más estilo que nadie.
No apoyo la constancia en la moda, porque su cambio continuo es precisamente lo que la hace divertida. Adoro a Stella Mccartney tanto como a Roberto Cavalli o John Galliano, y me parece perfecto tirar unos días hacia un patrón romántico y barroco y los siguientes hacia el minimalismo.
Sin embargo, ¿cómo destilar elegancia y estilo con pocas prendas? He estado recopilando algunas ideas en revistas, pasarelas, tiendas y gente que me rodea por la calle; y veo que se puede resumir todo en un trío de conclusiones: la importancia del corte, los accesorios básicos y el permiso de protagonismo a una prenda.
Al llevar la ropa sin apenas aderezos se aprecia mucho más si está bien hecha. Merece la pena gastarse el dinero en ropa de buena calidad, que nos sirva para muchas combinaciones sin por ello desgastarse. Los cortes originales se aprecian mucho mejor y transforman la sosería en elegancia. El over-size también se lleva muy bien con este estilo, pues ayuda a dar una imagen cómoda y casual.




Los accesorios aquí juegan también un papel importante. Hay dos opciones: o básicos (en color y material naturales) o muy originales, dejando a estos últimos el absoluto protagonismo, como es el caso de la pamela morada de la autora de The snail and the cyclops, que le da el toque perfecto a su LBD.


Los toques de color, mezclados con prendas básicas y sin estampados, son una buena forma de vestir alegre sin saturar. La dueña de Le blog de Betty es una experta en ese aspecto.


Las prendas clásicas como las gabardinas, las rebecas, los pantalones de pinzas o las chaquetas de corte chanelesco son muy buenos aliados. En los catálogos de J. Crew sobran las ideas de cómo combinarlas. Me encanta ese efecto de "niña buena" que consiguen.




¿Y algo de mi cosecha? Pues aparte de mi debilidad por las blusas pastel combinadas con pantalones y trench, suelo tirar más del minimalismo en las ocasiones especiales:

A la izquierda, con la gabardina que ya os enseñé hace un tiempo de Pull&Bear, bolso propiedad de mi madre y zapatos peep-toe de Sfera. El vestido no puedo deciros de dónde es porque no tengo ni idea. Me lo compró mi madre cuando tenía unos trece años y aún me vale. Aunque en la foto no se aprecie, el corte es precioso: sin mangas, ajustado bajo el pecho y con un ligero vuelo.

A la derecha, vestido de H&M (hay que ver las gratas sorpresas que me está dando esta tienda últimamente) y sandalias de Zara.

A mí todavía me cuesta ir sencilla sin ser sosa, pero supongo que la cosa mejorará con la práctica. Insisto en que es una tendencia que sólo me atrae de Pascuas a Ramos, al menos para el día a día. Sin embargo, sí es constante mi fascinación por esas personas que con estos estilismos transmiten un halo de encanto natural y a la vez misterioso.

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