De Sonia Rykiel, en ante y con cierre joya.
Varios metalizados, de Carolina Herrera.
Al final, entre las muchas opciones elegí uno de Zara sencillo, que puediese usar a diario y, lo más tractivo, en piel y por tan sólo 20€. El problema era que era tan sencillo que rozaba la sosería y tenía unas cintas a modo de cierre que no me gustaban nada (odio el estilo étnico-folklórico, a pesar de que pueda parecer lo contrario por el título del blog, que ya sabéis que tiene otra historia). Al final las corté y puse en su lugar unos botones comprados en Pontejos (que por cierto una visita me vino genial para inspirar mi vena diseñadora). He aquí el resultado (sé que no se ve con gran intensidad, ya sabéis que yo no he nacido para fotógrafa).
Pero lo que convierte en especial la influencia del 2.55, es su presencia no sólo en bolsos, sino en múltiples accesorios y prendas de ropa. Vi una chaqueta cuya marca no recerdo con la famosa cadenita en las solapas, y aplicada también a una diadema de Oysho (preciosa para las que os queden bien, que no es mi caso) y a un cinturón de Pull and Bear al que no pude resistirme.
Y llevaba yo un tiempo dándole vueltas a cómo adaptar el vestido de la graduación de mi hermana a un look un poco más fiestero, cuando estos dos accesorios casi corren hacia él. Añadid al conjunto unas medias negras, moño sencillo, y abrigo largo rojo. ¡Me encanta!
Vestido/Dress: H&M. Botines/ankle boots: Zara (antiguos/old)). Bolso/bag: Zara (adaptado/DIY). Cinturón/belt: Pull and Bear
En defintiva, que sé que la moda es así, que cuando una tendencia pisa fuerte está por todas partes y que puede irse tan pronto como vino, pero aun así me hizo gracia "el ataque de los Chanel 2.55". Y bueno, llevo usando ya mi tiempo el famoso bolso de mi madre que no quiero ni pensar en dónde ha acabado, y tengo intención de darle un buen y larguísimo uso a su heredero.